El oficio en textos

Antonio de Palomino, en el Museo pictórico (pág. 42), se refiere a las maderas que se utilizaban entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, con bellas palabras que sirven también para el oficio de carpintero, ebanista o ensamblador;

Hastas para los pinceles, cómo se hacen, y de qué maderas:
Estas hastas se suelen hacer de diferentes maderas, las más ordinarias son de pino, que sea beti derecho; aunque en Madrid es muy freqúente el hacerlas de las varas que venden para los ministros de justicia, y baquetas de escopeta, que son de álamo negro; pero las mejores son de peral, nogal, caoba, cedro, y algunas veces de évano, o brasil: pero estas dos últimas solo son para príncipes y caballeros, o personas muy curiosas que se precian de esmerarse en lo más primoroso de todos los recados del pintar. Y a la verdad, siendo sin afectación, así habían de ser todos, para que el lustre y esplendor de la Pintura resplandeciese en sus adherentes, sin que el desaliño de algunos menoscavase la estimación, e inmunidades del arte. Y porque a la verdad, el ver los recados curiosos, aseados, y bien dispuestos, abre las ganas de pintar, quanto las cierra el verlo sucio, asqueroso y desaliñado - quanto importa el aseo en los recados del pintar -.

Según fray Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de Nueva España (1576-1577), "el carpintero es de su oficio hazer lo siguiente: cortar con hacha, hender las vigas y hazer troços y aserrar, cortar ramos de árboles y hender con cuñas cualquiera madera. El buen carpintero suele medir y compasar la madera con nivel, y labrarla con la juntera para que va derecha, y acepillar, emparejar y entarugar, y encaxar unas tablas con otras, y poner las vigas en concierto sobre las paredes; al fin, ser diestro en su oficio. El mal carpintero desparpaja lo que está bien acepillado, y es descuidado, tramposo y dañador de la obra que le dan para hazer; y en todo lo que él haze es torpe y en nada curioso".

Llama la atención el uso de la palabra juntera, equivalente exactamente al término inglés "jointer", que se utiliza aún para referirse a un cepillo grande. Un Stanley número 6, por ejemplo, sería una juntera. Las junteras yo diría que, siendo grandes, eran más pequeñas que las garlopas.

En La introducción del símbolo de la fe (1583), fray Luis de Granada incluye una interesante referencia a los instrumentos del carpintero, entre los cuales estaba la juntera:

"En casa de un carpintero hay una sierra para aserrar, y una azuela para desbastar, y un cepillo para allanar, y una juntera para igualar, y un compás para medir y compasar, y otros tales instrumentos. Y vemos cuán proporcionados son, y cuán bien fabricados estos instrumentos para sus oficios". 

Según el padre Feijoo, "aun en los instrumentos de las artes más vulgares, o en los instrumentos más vulgares de las artes, se halla sobrado motivo para celebrar la inventiva sagacidad de los antiguos. No solo la sierra, el compás, la tenaza, el barreno, el torno me parecen partes de una invención ingeniosíssima, mas también en la garlopa, el martillo, el clavo, las tijeras hallo qué aplaudir. Nada de esto se celebra comúnmente. La frequencia y ancianidad del uso engañosamente usurpan a las cosas el aplauso merecido, porque los hombres, no siendo mui reflexivos, nada juzgan excelente si no trahe consigo la recomendación de nuevo u de raro. Si qualquiera de aquellos instrumentos se inventasse ahora, sería el autor considerado como un hombre prodigioso".

Como vemos, Feijoo utiliza el término garlopa.


Documentos notariales:
Aparte de los textos anteriores, de hondo calado, son muy interesantes los documentos notariales, tales como tasaciones o registros de exámenes. En ellos se puede delimitar con bastante precisión el uso de los diferentes términos dependiendo de las épocas.
Así, por ejemplo, llama la atención que la denominación más frecuente para los maestros es la de "ensamblador", bella palabra que hoy no se usa, pero que yo reivindicaría como más explicativa de lo que el oficio es. En mi opinión, más que ebanista y mejor que carpintero. Este es el caso de los inventarios reales:

"En la villa de Madrid, a veinte y cuatro días del mes de agosto de mil y seiscientos años, pareció Melchor Feistin, alemán, maestro ensamblador, del cual se recibió tasación de las cosas contenidas en este género: escritorios y escribanías, cajas y bandejas, el cual, habiéndolo visto, lo tasó a los precios y de la manera que se contiene al fin de cada partida.

4.515. Un escritorio de nogal, grande, con cerradura y llave y dos de aldabones y dos aldabas en las esquinas, que tiene la caja con atajos por dentro; que tiene vara y dos tercias escasas y de alto tres cuartas, con sus bancos de madera de pino, que le hizo Juan González, entallador de su Magestad, para tener los libros y escrituras de entregas de San Lorenzo y otros papeles; por el cual se le pagaron trescientos y treinta reales, en que se tasa.

4.516. Un escritorio pequeño, de ébano, que es botica, que por la delantera se abre con dos puertas, y la tapa de encima se abre como arquilla y dentro tiene once gavetas ..."


El término ebanista se usaba ya, sin embargo, a finales del siglo XVII (antes de la llegada de Felipe V). Así, en 1681, la tasación de la madera en los bienes que quedaron por muerte de don Pedro Calderón de la Barca, la hizo Eugenio Martín Ricote, ebanista.

En 1569, en Zaragoza, se menciona a Jerónimo de Mora, "ensamblador y carpintero de fusta vezino de la ciudad de Çaragoza".


Benito Jerónimo Feijoo, Letras. Escritura. Finalmente, la más ilustre gloria, 1730, págs. 317-318.
Francisco Javier Sánchez Cantón, Inventarios reales. Bienes muebles que pertenecieron a Felipe II, Real Academia de la Historia (Madrid), 1956 - 1959, vol. II, págs. 290-291.


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